Tras un viaje de unos 58.000.000 de km llegamos a Mercurio. En coche, este trayecto nos llevaría 55 años; en una nave espacial, unos 250 días. La luz lo recorre en 3 minutos y 18 segundos.

El primero de los planetas es el más pequeño de todos. Al igual que la Tierra, su superficie está formada por rocas y minerales (silicatos). Está lleno de cráteres, creados por los impactos de meteoritos desde hace unos 4.000 millones de años. También quedan restos de volcanes que estuvieron activos hace milenios y cuencas, que denominamos “mares”, como ocurre en la Luna. Su núcleo es metálico y gigantesco (tanto, que intriga a quienes lo investigan) con una alta presencia de hierro.

Los griegos pensaban que eran dos planetas: Hermes y Apolo. Pitágoras demostró matemáticamente que se trataba solamente de un astro. Para los romanos, Mercurio era el dios de la elocuencia, de los poetas y mensajero de los dioses. Miércoles significa “día de Mercurio”.

Los dobles amaneceres. Órbitas, afelio y perihelio.

Su órbita, el camino que recorre alrededor del Sol, no es circular, sino ligeramente elíptica. Tarda unos 88 días terrestres en dar la vuelta completa. El Sol no se sitúa en el centro de la curva, sino en uno de sus focos. Los planetas, por tanto, no se encuentran siempre a la misma distancia en relación con el Sol. Al punto más cercano se le conoce como “perihelio”; al más lejano, “afelio”. Johannes Kepler, un astrónomo alemán del siglo XVII, ya constató que los planetas se aceleran ligeramente en el perihelio y deceleran en el afelio.

Mercurio gira tan lentamente sobre sí mismo que pasan 58 días terrestres entre un amanecer y el siguiente. Estas dos características, lentitud en girar y aceleración del perihelio, provocan un efecto muy curioso en algunos puntos del planeta: amaneceres dobles. Cuando el Sol se ha asomado tres cuartas partes sobre el horizonte, se detiene y se vuelve a esconder. Finalmente, vuelve a salir y continúa su trayectoria por el cielo.

Las condiciones climáticas hacen que sea muy difícil siquiera pensar en la existencia de vida. De día las temperaturas pueden llegar a los 430ºC mientras que de noche se pueden alcanzar los 190ºC bajo cero.